Didier Fleury, Presidente Cantabria Sostenible

La crisis provocada por la COVID-19 nos ha llevado a un punto de no retorno. Todo se ha acelerado y nada será ya lo mismo. No podemos mirar con los mismos ojos con los que lo hacíamos, sino con ojos nuevos, vivos y valientes. Estamos ante la gran oportunidad para la humanidad, la oportunidad de tomarnos en serio la sostenibilidad para hacer frente al cambio climático entendiendo que la tierra, el agua, el aire, en definitiva, el planeta, es esencial para el futuro de la humanidad.

Esta crisis ha supuesto un acelerador de tendencias que no hay que denostar y por las que hay que apostar firmemente: alimentación sostenible, cuidado de la salud, tecnología al servicio del ser humano, movilidad sostenible, energía sostenible… Si somos capaces de equilibrar el aspecto económico y social fomentándolas y adaptándolas a nivel local, las generaciones que nos preceden podrán vivir mejor en el futuro.

Una de las cuestiones que ha evidenciado esta crisis y el confinamiento vivido por la población ha sido la vulnerabilidad de la vida en la ciudad en contraste con la vida en un pueblo, en el rural. En los últimos meses se ha detectado una tendencia a la compra de viviendas en el entorno rural y el desplazamiento a pequeños pueblos de personas que pudiendo teletrabajar, optan por salir de la ciudad para afincarse en el entorno rural. Pero, ¿está preparado el medio rural para cumplir mínimas expectativas económicas, laborales, digitales…? Actualmente, si no se fomenta una política clara cuantitativa y cualitativa desde la administración, todo seguirá igual y lo único que podría evolucionar es una manera más local de consumir.

En este momento es prioritario fijar la población rural priorizando tres áreas de actuación: ayuda y acompañamiento a la conversión ecológica en el sector primario; la creación de un think tank tecnológico para acompañar al desarrollo rural y el lanzamiento de un proyecto de soberanía alimentaria para Cantabria. Se trata de desarrollar una gran conversión de la alimentación convencional a la sostenible, que cuenta con una gran demanda por parte de la población.

Cantabria debe aprovechar la política del New Green Deal de la Unión Europea, debe elaborar proyectos competitivos de creación de riqueza y empleo sostenible capaces de captar esos recursos financieros que puedan llegar de Europa, como el presentado por la Asociación PROECO y la ODECA, un proyecto de desarrollo de 500 fincas que ha demostrado que con 1,5 hectáreas de frutas u hortalizas ecológicas se puede dar empleo a tres personas y facturar más de 100.000€ al año.